Evangelistas ateos 
y profetas de la izquierda 
nos anuncian una plaga 
ya si no bíblica, ética 
cuando se abra el Eurovegas. 
Fuego y azufre enviará 
si no Dios, la Providencia 
como ya ocurrió en Sodoma, 
como en Gomorra ocurriera, 
como profano castigo 
por conceder tal licencia, 
este postrero regalo 
que deja Espe como herencia.
La suerte, pues, está echada, 
y si nadie lo remedia 
tendremos megaproyecto 
en Alcorcón, por más señas, 
aunque tengan que saltarse 
las leyes a la torera 
y dejar fumar allá 
donde fumar no se pueda. 
Esto será Babilonia, 
dicen voces agoreras, 
pues que al olor del tapete 
y al ruido de la ruleta 
acudirán como lobos, 
malhechores, sinvergüenzas, 
trileros y traficantes 
y la contumaz ralea 
de convulsos jugadores 
de las cien mil tragaperras, 
pasatiempo nunca visto 
por tierras alcorconeras. 
Con el juego aflorarán 
ansias de concupiscencia 
y hasta allí se acercarán 
los pérfidos proxenetas 
para ofrecer los servicios 
de izas y colipoterras, 
pues tampoco de eso debe 
haber en la periferia. 
“Habrá cientos de trabajos”, 
señalan quienes lo aprueban 
mas serán –según los otros– 
de aparca y de camarera, 
y amenizarán las noches 
Bertín y Julito Iglesias 
pespunteando con sus trinos 
el ardor de las apuestas.
Ante tan gris panorama 
la gente se manifiesta 
para impedir que el casino 
siembre el pueblo de indecencia, 
y ya una vez desahogados 
se van a echar su quiniela, 
se toman un par de cañas 
y al devolverles la vuelta 
la cuelan por la ranura 
por si salen tres cerezas.
(Publicado en Tetuán 30 Días) 
 






