Le han llamado dictador, 
nazi, chamán, asesino, 
mal profesional, miedoso, 
paranoico, resentido, 
le han dicho que es mal ejemplo 

para los cándidos niños, 
 
le han tildado de macarra, 
de cáncer, rácano, indigno… 
le han dicho, en definitiva, 
de todo menos bonito,
tal que uno podría pensar
al oír tales epítetos 
que el aludido sería 
autor de algún genocidio 
mas simplemente es un hombre 
que se sentó en el banquillo 
del Real Madrid Club de Fútbol 
y que atiende por Mourinho.
Le ganó al Barça de Pep 
y le ha ganado al de Tito 
y ni aun batiendo algún récord 
le han quitado el sambenito 
de entrenador que no sabe, 
de cagón y defensivo, 
y todo por no plegarse, 
hipócrita, a lo prescrito 
por una prensa tripera 
que organiza desde el Txistu 
lo que debe o no pensar 
de su equipo el madridismo.
Por fin Mourinho se va 
porque echarle no han podido,
aunque algún puñal de Bruto 

sí le clavó Florentino, 
 
valiente en la morterada 
y más bien cagapoquito 
cuando toca defender 
a un empleado agredido 
que siempre ha dado la cara 
y a veces se la han partido.
No comulgaba ya el luso
con más ruedas de molino, 
se cansó de una plantilla 
que pudo pero no quiso, 
de un capitán que le daba 
besitos al enemigo, 
de un estadio caprichoso, 
ronco y desagradecido, 
pancista y adorador 
de un presunto señorío 
que no conoció Bernabéu, 
ni Di Stéfano o Juanito, 
forjadores todos ellos 
de aquel protomourinhismo 
que sólo sabía de entrega, 
de fe, de pasión y títulos.  
Mou ya se va pero ha puesto 
a más de uno en su sitio.
(Publicado en Tetuán 30 Días)