viernes, 24 de mayo de 2013

Romance de la Pantoja



Malhaya el caso Malaya,
que empitonó a la Pantoja
y nuestra viuda de España
casi termina en chirona.
Ni aquel Romero de Torres,
Foto: Kadellar
ni León, Quintero y Quiroga,
uno pintando morenas
y los otros con las coplas
pensaran una mujer
con tan triste trayectoria,
que ni aun La Bien Pagá,
La Lirio o La Zarzamora
pudieran a esta Isabel
en penas hacerle sombra.

Como Rodrigo, en Triana
vino un día al mundo esta moza,
tonadillera precoz
que pronto se hizo famosa
y que habría de casarse
en prototípica boda
con aquel diestro Paquirri
que se fue a morir en Córdoba
por no tener un quirófano
situado a portagayola.
Sola y recién parida
se quedaba la Pantoja
y como viuda de España
la invistió la prensa rosa.
Desde entonces, noche y día
a las puertas de Cantora
decenas de paparazzis
a la coplera joroban
y la pinchan y la graban
hasta que al fin la encabronan.

Con el alivio del luto
llegaría el millón de copias
del Marinero de Luces
con el que nuestra folclórica
nos mostró a su Paquirrín
dándole réplica boba.
Pero el triunfo no enjuga
la soledad de su alcoba,
y un día llegó Julián,
un alcalde de farfolla,
y cayó a sus pies rendida
tras un par de cucamonas,
un chaletito en La Pera,
chanchullos y trapisondas
que Isabelita guardaba
bajo la bata de cola,
hasta que anteayer, el juez
puso fin a aquella historia
de la coplera, la ex
y del alcalde carota,
y ahora más de un millón
pagará por blanqueadora.
A la salida del juicio
el vulgo, montando en cólera
–ese que antes le aplaudía–
por poco nos la desmoña.

Mas, ay, a la cárcel que vaya…
Rita la Cantaora.

(Publicado en Tetuán 30 Días

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